Pasiones públicas, emociones privadas

Charles Dickens

Traducción de Dolores Payás

Charles Dickens fue periodista antes que novelista, y su éxito como escritor de ficción nunca lo apartó de una labor que adoraba. Desde que, siendo adolescente, se iniciara como reportero parlamentario, publicó más de cuatrocientos artículos en prensa, fundó y editó dos semanarios y cultivó los géneros más diversos: la sátira y la farsa, el melodrama y la estampa costumbrista, la opinión y el ensayo breve.

Con varios artículos inéditos en castellano, esta cuidada selección, traducida y comentada por Dolores Payás, pretende acercar al lector contemporáneo el colosal legado periodístico de Dickens, poco conocido en el ámbito hispanohablante. En estas páginas conviven, en perfecta armonía, el poeta y el humorista, el escritor insomne y el cronista belicoso, el paseante empedernido y el amante de los cementerios solitarios. Lejos de ser una mera crónica de la Inglaterra victoriana, estos textos nos hablan de cuestiones, públicas y privadas, que resuenan con un inquietante eco de actualidad: puritanismo trasnochado, charlatanería política y populismo, leyes chapuceras, intromisión del Estado en la vida privada, pobreza y exclusión social; temor a la soledad, a la enfermedad y a la muerte.

El resultado es un conjunto fascinante y vivaz, lírico y reflexivo, lleno de emoción y de una comicidad descacharrante. Dickens en estado puro. Una lectura imprescindible.

CRÍTICA

Si ello fuera posible, yo propondría dedicar los cincuenta minutos de cada una de mis clases a una meditación absorta y silenciosa, consagrada a la pura admiración de Dickens.

Vladimir Nabokov

Como si se anticipara a la cultura actual, aunque criticara la cultura de aquel momento, Dickens no dejaba de sospechar que la búsqueda de la corrección política sólo podía ofrecer obras forzadas, carentes de chispas y autenticidad.

Diego Gándara, La Razón

Charles Dickens

(1812-1870) fue el escritor inglés más popular del siglo xix. A los doce años, tras el encarcelamiento de su padre por deudas, se puso a trabajar en una fábrica de betún. También aprendió taquigrafía, trabajó como ayudante en el bufete de un abogado y fue corresponsal parlamentario. Sus artículos, recogidos en Escenas de la vida de Londres por «Boz» (1836-1837), y su primera novela, Los papeles póstumos del club Pickwick (1837), le granjearon un éxito inmenso. De su vasta obra narrativa cabe destacar Oliver Twist (1837), David Copperfield (1849), Casa Desolada (1852-1853) y Grandes esperanzas (1860).

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